sábado, 8 de octubre de 2011

!Que no quiero verla!


Que no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.


No.


!Yo no quiero verla!

(Fragmento del "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías" por Federico García Lorca)


                   Difícil de creer.

Los medios electrónicos dieron cuenta del suceso y por si no fuera suficiente, las redes sociales se vieron saturadas de mensajes con un alto sentido de controversia entre aquellos que nos hacíamos solidarios con la pena que embargaba a la familia del maestro Juan José Padilla, como aquellos de los anti-taurinos que nuevamente demostrando su falta de sentido, se regocijaban con la noticia de la tragedia.


Luego los noticiarios proyectaron la terrible imagen, imagen que quedó atrapada en la mente de los que la vimos.

Solo en fracción de segundos y al salir del encuentro del tercer par de banderillas al cuarto de la tarde de Ana Romero, es alcanzado el jerezano por el astifino toro que le infirió una espantosa cornada en el rostro durante la celebración del segundo festejo de la feria del Pilar en Zaragoza España.

Si las imágenes de la cogida al diestro Julio Aparicio en Madrid durante la feria de San Isidro nos habrían sobrecogido, éstas de la cornada al diestro Juan José Padilla simplemente nos dejaron pasmados: de la incredulidad al miedo en fracción de segundos.

Recordé entonces la crónica que recogí de un libro acerca de la mortal cornada del diestro valenciano Manuel Granero inferida por el toro Poca pena del Duque de Veragua el 7 de mayo de 1922 en Madrid.


El pitón de Poca pena se incrustó en la órbita ocular derecha del diestro y cuenta la crónica que al llevarle a la enfermería iba ya muerto y que incluso la herida le causó pérdida de la masa encefálica que salía por el orificio de la misma.

Muchos años más tarde viví el drama protagonizado por Antonio Lomelín en la plaza México que al igual que Padilla fue empitonado a la salida de un par de banderillas al toro Bermejo de la ganadería de Xajay el 16 de febrero de 1975.

Dramáticas imágenes del torero que con desesperación hacía esfuerzos por alcanzar la barrera sosteniendo con la mano su paquete intestinal que quedó expuesto después de la tremenda cornada de Bermejo.

Esta cornada por fortuna no le costó la vida, pero estuvo muy cerca de morir de no ser por las providenciales manos del doctor Xavier Campos Licastro.

Al paso de los años y recordando el sufrimiento de tantos y tantos hombres que entregaron su vida en el ruedo, sigue siendo esta una profesión hermosa para aquellos que la han abrazado y que hayan triunfado o no, han tenido el enorme privilegio de vestirse de luces.

!Un brindis por el recuerdo de los mártires de la fiesta!

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