lunes, 8 de febrero de 2010

SOBRE EL TRAPÍO DEL TORO BRAVO

El pasado domingo 7 de febrero se presentaron toros de la legendaria ganadería de La Punta para José María Luévano, Pedro Gutiérrez Lorenzo “El Capea” y Juanito Chávez.
Dos hechos llamaron la atención: el reducido número de verdaderos aficionados a la fiesta que no obstante la fiebre del super-tazón, se dieron cita en el coso de Insurgentes y el trapío de las reses.
En su libro “Toros contados con sencillez” del periodista Fernando Fernández Román cita en el apartado del trapío: …-”no obstante, ha de tenerse en cuenta que la seriedad y la belleza son independientes de la envergadura. No es más bello, ni más serio, ni más fuerte, el más alto ni el más grueso; antes al contrario, parece razonable considerar que estas circunstancias a veces, deforman fenotipos, coartan la libertad de movimientos y estimulan la fatiga, lo cual influye negativamente en el rendimiento”.
Sin embargo y parafraseando a Don Antonio Llaguno: “los toros no tienen palabra de honor”.
Así quedó demostrado en este décimo quinto festejo del serial capitalino porque aún con menos romana que los toros protestados en la corrida de aniversario, estos de La Punta fueron fuertemente aplaudidos a su salida por su agradable presencia.
De su juego no podemos abonar buenas notas a la reseña porque también se fueron quedando parados y hasta con peligro como el primero de la tarde que desvistió literalmente a Luévano o como el segundo de “El Capea”, un marmolillo que no tenía un solo pase y que algunos villamelones que se colaron pitaron la actuación del de Salamanca.
Una declaración franca y honesta de un hombre de campo y de a caballo como Don Álvaro Domecq y Díez se encuentra plasmada en el capítulo 19 de su obra: “El Toro Bravo” de la editorial Espasa-Calpe donde apunta:-“El toro de hoy tiene cuatro o cinco años, y para que Se Vean los engordamos, los cebamos desde pequeños... Porque el toro de hoy más chico necesita estar más gordo para coger el peso reglamentario.”
Yo por lo pronto agradezco como espectador ver en la plaza al toro-toro.
Y si embisten, ¡mejor!   

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