jueves, 26 de enero de 2012

¿DONDE QUEDARON LOS TOREROS?

Revisando algunas fotografías de otros tiempos y películas viejas de documentales del toreo de principios de la pasada centuria, es enriquecedor observar las técnicas de un toreo antiguo pero no por ello menos interesante.

La pátina plasmada por el tiempo enriquece aún más estos documentos y se advierte la sobriedad de las suertes practicadas por los toreros de aquellas épocas románticas.

Me llama poderosamente la atención la actuación de dos excelentes peones de brega como los hermanos Armilla: Juan y Zenaido.

Aquellos pares de banderillas de poder a poder y la animosidad para cuartear y hasta hacerse el quite el uno al otro en evoluciones vivaces que daban un realce especial al segundo tercio.

La brega a una mano era una de sus especialidades y resultaba sumamente interesante su colocación en el ruedo, siempre a las órdenes de su hermano Fermín.

No menos interesante era el encuentro del toro con los equinos sin la protección del peto.

Había que "rifarse" en aquellas escaramuzas para prender al toro, sujetarle y picarle como mandaban los cánones.

Hoy la técnica ha cambiado necesariamente porque la fiesta ha evolucionado.

Los petos son verdaderas murallas donde se estrellan los afanes del toro y donde se refugian las ineptitudes de algunos vari-largueros que hacen muy poco honor al primer tercio.

Subalternos de abultados abdómenes con carencia de facultades físicas no solo han hecho que el segundo tercio pierda brillo, es ahora un mero trámite del reglamento que impone tres pares de aretes que en ejecución resultan grotescos por la falta de recursos de las infanterías.

El recurso de la media vuelta, de "sobaquillo" y hasta rejoneando a pié para a veces dejar en mal sitio solo uno de los palitroques.

Estos errores en la ejecución de las suertes van restando no solamente belleza al espectáculo, sino que infieren de manera directa sobre el comportamiento del toro y dan al traste con la faena del espada en turno.

Salvo honrosas excepciones, la mayoría de los peones hoy día en nuestro país hacen de las suyas ante la complacencia del matador; porque aquí hay que mencionar que los matadores modernos hasta parecen desentenderse de su responsabilidad como director de la lidia.

Así que, vale la pena algunas veces "asomarse al balcón" de las películas de antaño para disfrutar de aquel lejano espectáculo que fuera hermoso y que hoy es solo un mal remedo de otras épocas.














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