viernes, 21 de enero de 2011

UNA ÍNTIMA REFLEXIÓN

En la soledad, reflexiono sobre tu belleza y esa emoción sin parangón que producen tus arrancadas motivadas por el temperamento que te ha sido heredado por tus ancestros.

Admiro tu nobleza y ese incesable ardor por acometer el engaño de aquellos que te sacaron de tu hábitat para someterte, para encajonarte y para enchiquerarte y luego para soltarte en un medio desconocido para ti.

Sin embargo te hemos venido a ver, eres sin que lo sepas ( y a ti, que diablos te interesa si te hemos venido a ver), el protagonista más importante de este encuentro.

Pienso en la tranquilidad de la dehesa que dejaste atrás y esas tardes de sesteo rumiando la hierba fresca del campo o persiguiendo a tus hermanos para enfrascarte en riñas bravuconas friccionando tus astas para querer imponer tu supremacía en el apartado.

toro bravoAhora estás aquí y por errores cometidos por tu virtual matador has recibido no solamente el castigo de la divisa, los más de tres puyazos y el fuego de los seis arpones de las banderillas, han sido más de diez ocasiones en que el estoque no ha podido quebrantar tu fortaleza porque la suerte o la falta de técnica de tu victimario no han podido vencerte.

Suena el primer aviso, y que rayos importa si pueden sonar veinte o treinta si eso no te ha de devolver al campo a la tranquilidad de esas tardes del sesteo junto a la hierba fresca o disfrutando del pico de los pica-bueyes que te libraban de las garrapatas, o tampoco volverás a librarte de las moscas que ahuyentabas con el va y ven de tu rabo.

La sangre brota de los orificios de tus heridas de manera profusa, pero te resistes a vencerte.

¿Qué te sostiene de pié?

¿Qué fuerza extraña te mantiene en la lucha?

¿Es instinto acaso?

No lo sé, pero te puedo asegurar que aún en este trance admiro tu fortaleza y en mi interior no puedo soslayar la pena que me produce verte así: acabado, vejado, victimado, sobajado...

Sin embargo, no puedo olvidar la profunda experiencia de aquellos pases en redondo y esa pieza artística que tu matador esculpió a golpe de tus embestidas.

Esas imágenes permanecerán retratadas en mi mente por mucho tiempo y habré sin duda de ponderar tus cualidades, aunque todo esto te importe bien poco.

Seguirás siendo el eje que mueve y promueve el espectáculo más hermoso que he conocido...

!La fiesta brava!

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